lunes, 28 de noviembre de 2016

Todas las familias son psicóticas, de Douglas Coupland

Reseña de Patricia López Garrido.


El pasado mes de octubre, en la última reunión del Club de Lectura Parla Este, escogimos dos libros para la siguiente quedada: La librería ambulante, de Christopher Morley, novela directa a mi top ten 2016 de la que os hablé hace unos días, y Todas las familias son psicóticas, de Douglas Coupland, de la que os vengo a hablar hoy.

Os puedo resumir mi opinión en cuatro palabras: dos elecciones, dos aciertos. Cada una en su estilo, eso sí. La librería ambulante me conquistó por lo que ya os comenté del libro sobre libros y la venta nómada mientras que con Todas las familias son psicóticas me he enamorado de los personajes y de la historia llevada al extremo que cuenta. Si pensáis que vuestra familia es peculiar (y más ahora que se acerca la Navidad), tenéis razón, pero, tenéis que leer las aventuras y desventuras de la familia Drummond para comprobar que donde lo hay malo lo hay peor.

Sarah Drummond es la mediana de los tres hijos de Janet y Ted Drummond. Padece secuelas por talidomida, un medicamento para las náuseas que le recetaron a su madre cuando estaba embarazada y que provocó que naciese sin una mano. El caso es que Sarah trabaja para la NASA y va a participar en un lanzamiento al espacio y, para la ocasión, ha querido reunir a toda su familia para que la acompañe.

La familia está compuesta por Ted y Janet, sus padres, divorciados desde hace unos años; Wade, el hermano mayor, junto a su mujer embarazada, Beth; Bryan, el hermano pequeño, y su novia también embarazada Shw; Nickie, la actual esposa de Ted, Nickie; y Howie, el marido de Sarah.

Hasta ahí, todo normal. Una familia corriente dentro de la sociedad occidental actual… hasta que empezamos a profundizar en las entrañas de todo el entramado y descubrimos que Wade está enfermo de sida después de unos años de los que casi no quiere hablar; él mismo infectó a Janet y Nickie de esta manera: de vuelta a casa en un bar conoció a una rubia despampanante y se lio con ella. Después, fue a visitar a su padre, con el que tiene una relación horrorosa y, cuando este le va a presentar a su nueva mujer, Wade se da cuenta de que ¡es la misma rubia despampanante con la que se acaba de acostar!

A pesar de que sale por patas de la casa de su padre, este le persigue hasta la casa de Janet, donde Wade se ha refugiado. Ted dispara contra Wade y la bala que le roza acaba en el esternón de su madre, quien sobrevive al episodio pero se contagia de sida, al igual que Nickie después de su rollo con Wade. Y, por si os lo preguntáis, nadie denuncia a Ted.

Esto pasa tiempo antes de que todos se den cita en Orlando para apoyar a Sarah en su misión, aunque lo que pasa en el tiempo en que están aquí concentrados también supera con creces el surrealismo más absoluto. Primero, Wade, Ted y Bryan, en la bancarrota más absoluta, aprovechan que están en Orlando para hacer unos negocios un tanto irregulares con un antiguo amigo de Wade. A la vez, se desenmaraña una trama de presuntos traficantes de bebés en la que juegan un papel importante otros integrantes de la familia.

Entre todo este lío, los Drummond van limando asperezas y resolviendo situaciones enquistadas, eso sí, algunos con más atino que otros. Por ejemplo, una de las escenas magistrales del libro (por cierto que los diálogos en este libro son increíbles) se produce entre Janet y Ted. Con tan solo una conversación y tras haber reposado con tiempo lo que ha pasado a lo largo de sus vidas, son capaces de hablar de una manera lúcida (especialmente Janet) acerca de su relación. Me parece simplemente espléndido.

Todas las familias son psicóticas me ha recordado por unas cosas a La familia Fang, de Kevin Wilson y por otras a La conjura de los necios, de John Kennedy Toole. Tiene una parte de familia excéntrica llevada al extremo y otra de situaciones surrealistas que llegan a generar un sentimiento de compasión por cómo han gestionado esas personas su vida.

Capítulo aparte merece la madre, Janet, el centro de la familia y pilar fundamental, una mujer que cree que su vida no ha sido para tanto pero que demuestra con sus acciones continuamente la gran mujer que fue y que es. Es mi personaje favorito, sin duda alguna, y me recuerda a otro personaje con el que me emocioné sobre manera, Amalia, la protagonista de la novela de Alejandro Palomas, Una madre.

domingo, 27 de noviembre de 2016

La librería ambulante, de Christopher Morley

Reseña de Patricia López Garrido.

Para los amantes de la literatura, los libros de libros y de librerías casi siempre suelen ser una delicia. Desde luego, La librería ambulante, de Christopher Morley, lo es y, si a eso le sumamos el encanto que desprende vender libros por el mundo como un alma libre, pues multiplícalo por dos.

Helen McGill es una mujer de cerca de cuarenta años que se libró de su destino de institutriz gracias a que ella y su hermano, Andrew, pusieron en marcha una granja ubicada en una zona rural del estado de Nueva York. La estabilidad de Helen se tambalea cuando Andrew escribe un libro que, para su sorpresa, se convierte en todo un éxito. A partir de entonces es Helen quien tiene que lidiar con los quehaceres diarios prácticamente sola y soportar que su hermano se ausente durante largos periodos de tiempo para recopilar datos y hacer trabajo de campo para sus libros.

Por eso, el día en que el profesor Roger Mifflin se presenta en la granja con la intención de venderle a Andrew El Parnaso, una librería ambulante dispuesta en un carro tirado por un caballo, Helen decide ser ella misma quien la compre para evitar que su hermano vuelva a dejarla sola y se embarque en una de sus nuevas aventuras.

Sin embargo, tras realizar el trato, Helen le da vueltas a un asunto: además de haber comprado El Parnaso para que Andrew no se marche, es hora de que ella se tome unas merecidas vacaciones después de quince años de entrega total a la granja y a su hermano.

Y así es como emprende su propia aventura, guiada en los primeros momentos por la experiencia del profesor Mifflin, que lleva años dirigiendo El Parnaso. Helen y Roger comparten unos cuantos días de travesía llevando libros a las granjas de la América más rural. Él pone en práctica todas sus técnicas, su entusiasmo y su sabiduría  y ella, como nueva propietaria, se deja contagiar y aprende para poder continuar sola su periplo.

Tras varios incidentes, ventas, sitios y encuentros con gente que ama los libros y otros que algo menos, el profesor se debe marchar para coger un tren rumbo a Brooklyn y trabajar en su sueño, escribir un libro propio. Pero entonces, algo inesperado (o tal vez no) surge en su camino.

En este libro los protagonistas son los libros, y hay un gran número de referencias y citas. Pero, si por algo lo voy a elevar al top ten de mi lista de 2016 es porque en esta historia de las que me gustan en las que hay una persona que cambia de estilo de vida y emprende una aventura que, para más deleite mío, es una aventura con libros, y en itinerancia. Amantes de los libros y de los viajes, ¿qué más se puede pedir?